San Juan Pablo II, en 1995, escribió:
“El Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio.”
Son palabras que destacan la completa unidad del Evangelio de Jesucristo con la promoción, defensa y el anuncio del valor de la vida humana en todas sus etapas.
Son palabras de un documento extraordinario por su análisis y sus propuestas: la encíclica “El Evangelio de la vida”. Un escrito que aporta una visión muy clara de la gravedad de los atentados contra la vida humana y, especialmente, con el aborto provocado y la eutanasia.
Un gran objetivo
El Papa señala una gran paradoja “se produce un cambio de trágicas consecuencias en el largo proceso histórico, que después de descubrir la idea de los «derechos humanos» —como derechos inherentes a cada persona y previos a toda Constitución y legislación de los Estados— incurre hoy en una sorprendente contradicción: justo en una época en la que se proclaman solemnemente los derechos inviolables de la persona y se afirma públicamente el valor de la vida, el derecho mismo a la vida queda prácticamente negado y conculcado, en particular en los momentos más emblemáticos de la existencia, como son el nacimiento y la muerte.”
Desde este blog de “Apasionados por la vida”, con los comentarios que publiquemos, nos gustará poner luz en un mundo donde la mentira y la muerte quieren imponerse como un derecho.
Confianza en santa María
Al final de la encíclica hay una oración. Una oración a santa María que dice:
“A Ti confiamos la causa de la vida: mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.”
Por todos ellos, con ayuda de la Madre de Dios, queremos romper el silencio y alzar la voz. Despertar conciencias anestesiadas, encender la compasión y servir a los que menos cuentan.
Xavier Sobrevia
¡Gran artículo! Realmente pone de manifiesto lo acertado que sigue siendo el mensaje de San Juan Pablo II hoy en día. En un mundo lleno de indiferencia, este tipo de reflexiones son un llamado de atención necesario. Nos anima a todos a pensar y actuar para construir una sociedad más compasiva. ¡Sigan con el buen trabajo!
Excelente reseña.
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