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Aplicar la eutanasia afecta a la salud mental del personal médico

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Un estudio de Gaceta Sanitaria, que analiza cómo se está desarrollando el proceso de la aplicación de la eutanasia por parte de los profesionales sanitarios en Cataluña, identifica las principales tensiones, dificultades o fuentes de  malestar a los que se enfrentan los facultativos que la llevan a cabo en distintos centros.

Sus autores afirman que son frecuentes las situaciones de malestar de índole psicológico, psicosocial y estructural entre los facultativos que colaboran en el proceso de la eutanasia. De entre todos los elementos que provocan tensiones y malestar, «destacan ante todo el estrés burocrático-administrativo derivado de una ley garantista con verificación previa y posterior, en un sistema sanitario muy tensionado tras los recortes presupuestarios y la pandemia».

Los resultados de la investigación son concluyentes respecto a trabajos realizados en otros países, que afirman que entre el 15% y el 20% de los profesionales experimentan algún tipo de malestar durante el proceso de aplicación de la prestación.

Algunas de las quejas que más se repiten en los testimonios de los sanitarios entrevistados en este estudio son la tensión entre profesionales en casos «fronterizos», el estrés y la sobrecarga de trabajo, la delegación de trámites y los inconvenientes que surgen por la falta de reconocimiento de los profesionales de enfermería en la ley.

Una ley sin plazos

Según el Informe de Evaluación Anual 2022 sobre la Prestación de Ayuda para Morir, que refleja la aplicación de la ley durante su segundo año de vigencia, desde la entrada en vigor en España de la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE) en junio de 2021, 746 personas la han solicitado, pero un tercio ha fallecido antes de recibirla. Esto es debido a que la ley no fija plazos para la tramitación de las solicitudes. Según refleja el informe, el 48% de las peticiones se ha concedido y el perfil del solicitante corresponde a personas de entre 60 y 80 años con enfermedades graves, predominantemente neurológicas u oncológicas.

«El proceso de prestación de ayuda a morir tiene cuatro momentos principales: la acogida de la solicitud, el procedimiento médico-burocrático, la prestación propiamente dicha y el cierre. En cada uno surgen fuentes de malestar que tienen que ver con las tensiones entre lo legal y lo moral, la concepción del propio rol profesional, la falta de reconocimiento de roles profesionales, el estrés y la sobrecarga, y la relación con la persona solicitante y su familia y allegados», afirman los autores.

Metodología del estudio

Los datos se han extraído de un estudio cualitativo a partir de entrevistas individuales y grupos focales con profesionales que han participado en algún proceso de eutanasia. La selección de participantes combinó los procedimientos de “bola de nieve”, técnica de muestreo no probabilística en la que los individuos seleccionados para ser estudiados reclutan a nuevos participantes entre sus conocidos,  y maximización de la variabilidad, teniendo en cuenta las variables de perfil profesional, nivel asistencial, sexo, edad y territorialidad. El muestreo fue intencionado y teórico.

Contrariamente a lo previsto en el protocolo de investigación, se consideró adecuado ampliar de cinco a ocho las entrevistas exploratorias, finalizar la fase fenomenológica al alcanzar la saturación de los datos tras 21 entrevistas (en lugar de las 26 previstas) y realizar tres grupos de discusión con el fin de profundizar en aspectos clave surgidos en las entrevistas mediante las dinámicas argumentativas que esta técnica facilita.

En los grupos de discusión, de entre 6 y 8 personas, y de 60 minutos de duración, participaron 19 personas, de las cuales 9 ya habían sido entrevistadas y 10 fueron reclutadas ad hoc mediante un muestreo de bola de nieve. En total, participaron 39 personas.

Para el análisis, los investigadores examinaron independientemente las entrevistas y los grupos de discusión, centrándose en codificar de forma inductiva las descripciones de experiencias de malestar o dificultad relatadas por los participantes. Posteriormente triangularon sus respectivas codificaciones y consensuaron tanto la codificación final de las experiencias como su agrupación en los cuatro momentos que se describen en el apartado de resultados.

Los efectos colaterales de la eutanasia

En el Observatorio de Bioética hemos abordado previamente este tema en nuestro informe: ¿Afecta a la psique de los médicos realizar eutanasias? En este estudio se muestran los datos de la investigación, promovida por B. Kelly, “An indelible mark” publicada en 2020, en la que entre el 30 y el 50 % de los médicos participantes describe una gran carga emocional tras realizar una eutanasia y entre el 15 y el 20 % admite un impacto personal negativo que perdura en el tiempo, subrayando que «pese a la importancia de este asunto (el efecto psicológico de realizar eutanasias) en la práctica médica, es un tema desatendido por la investigación empírica».

También se analizan los resultados del estudio “Emotional and Psychological Effects of Physician-Assisted Suicide and Euthanasia on Participating Physicians de Kenneth R. Stevens” de 2006, que concluye que 1 de cada 4 médicos se arrepintió de haber practicado una eutanasia, y un 16 % declaró que la carga emocional les afectó de manera negativa a su trabajo.

De nuevo subrayamos la necesidad de brindar atención paliativa integral a los pacientes, abordando sus necesidades clínicas, emocionales y espirituales: «matar a un paciente no tiene justificación. Asimismo, omitir el cuidado necesario en la atención paliativa es inaceptable». Pero además, los efectos devastadores de la aplicación de la eutanasia no se limitan a los pacientes que la sufren en lugar de recibir cuidados, sino que se extienden a su entorno, incluido el personal sanitario involucrado.

 

Julio Tudela

Cristina Castillo

Observatorio de Bioética

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